Es posible que la estrategia de IA de tu empresa esté al revés. Aquí te explicamos por qué — y cómo arreglarla Deja de perseguir soluciones de IA para resolver problemas que no tienes.
Por Ishaan Agarwal
Key Takeaways
- Muchas empresas se lanzan a iniciativas de inteligencia artificial sin identificar problemas específicos que necesitan resolver, lo que lleva a una pérdida de recursos y a proyectos fallidos.
- Las compañías suelen asumir que sus datos están listos para la IA, cuando en realidad no lo están. El aprendizaje automático no solo necesita datos; necesita que estos contengan patrones significativos y que sean de buena calidad.
- Incluso las mejores soluciones de IA fracasan si no se integran de manera adecuada en los flujos de trabajo reales, con la capacitación y aceptación necesarias por parte de los empleados.
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Las empresas están tratando la inteligencia artificial como los médicos de la era victoriana trataban a las sanguijuelas: como un remedio universal que se aplica generosamente, sin importar cuál sea el problema real. En juntas directivas por todo el país se escucha alguna variante de "Necesitamos una estrategia de IA", sin que antes alguien pregunte: "¿Qué problema específico estamos tratando de resolver?". Los resultados, como era de esperarse, son decepcionantes.
Y sin embargo, aquí estamos: con ejecutivos exigiendo soluciones de IA para problemas que no existen, mientras ignoran los problemas que la IA realmente podría resolver.
Esto es costoso de formas que rara vez se leen en los informes trimestrales. Las empresas gastan millones en iniciativas de IA que generan demostraciones impresionantes pero resultados desastrosos. Están firmando cheques que su infraestructura de datos no puede respaldar. Y nadie parece notar el patrón.
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La trampa de anteponer la tecnología
El camino corporativo típico hacia la inteligencia artificial sigue una trayectoria tristemente predecible. Todo comienza cuando un ejecutivo asiste a una conferencia en la que los competidores presumen de sus iniciativas con IA. Cunde el pánico. Llega una orden: "Implementen IA en todos los departamentos". Los equipos se apresuran a encontrar casos de uso que justifiquen la tecnología que ya ha sido seleccionada. Llegan los consultores con presentaciones de PowerPoint. Se lanzan pruebas piloto. Se construyen demostraciones. Se redactan comunicados de prensa. Y un año después, cuando alguien pregunta por el retorno de inversión, todos miran fijamente al suelo.
Este enfoque invertido —empezar por la solución en lugar del problema— explica por qué tantos proyectos de IA fracasan. Es como comprar un martillo carísimo y luego salir a buscar clavos. ¡A veces los encuentras! Pero con mayor frecuencia, descubres que lo que tus problemas realmente necesitaban eran desarmadores.
Lo cierto es que las estrategias centradas primero en la tecnología generan buenos titulares, pero malos resultados empresariales. Confunden movimiento con progreso. Valoran la novedad por encima de la utilidad. Y, muchas veces, las soluciones son mucho más difíciles de construir e implementar de lo que parecen.
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La ilusión de los datos
Existe una curiosa disonancia cognitiva en la forma en que las organizaciones piensan sobre sus datos. Pregunta a cualquier líder técnico sobre la calidad de los datos de su empresa y te responderá con una mueca de resignación. Aun así, las compañías aprueban proyectos de inteligencia artificial bajo el supuesto de que existen conjuntos de datos impecables y completos mágicamente almacenados en algún rincón de sus sistemas.
El aprendizaje automático no solo necesita datos. Necesita que estos contengan patrones significativos y que sean de buena calidad. Un algoritmo entrenado con basura no se vuelve inteligente; se vuelve extraordinariamente eficiente en producir basura con total confianza.
Esta desconexión entre la realidad de los datos y las ambiciones de la IA conduce a un ciclo interminable de decepción. Los proyectos comienzan con predicciones entusiastas sobre lo que la IA podría lograr con datos "teóricos". Terminan con ingenieros explicando por qué los datos reales no podían respaldar esas predicciones. Todos dicen que la próxima vez será diferente. Pero nunca lo es.
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La brecha de implementación
La solución de inteligencia artificial más sofisticada del mundo no vale nada si no se integra en los flujos de trabajo reales. Sin embargo, las empresas invierten rutinariamente millones de dólares en algoritmos, mientras destinan aproximadamente $17.30 dólares a asegurarse de que las personas realmente los usen.
Desarrollan soluciones de IA que requieren una participación perfecta de empleados que no fueron consultados durante el desarrollo, no entienden los modelos y no han recibido capacitación para usar las herramientas. Esto equivale, más o menos, a instalar un motor de Fórmula 1 en un auto sin modificar la transmisión y luego preguntarse por qué el vehículo se descompone constantemente.
La adopción tecnológica no es un problema técnico. Es un problema humano. Los seres humanos son notoriamente reacios a cambiar conductas ya establecidas, especialmente cuando los beneficios no son inmediatamente evidentes. Una solución de IA que exige cambios significativos en los procesos sin ofrecer beneficios claros y tangibles desde el inicio está condenada al fracaso. Nadie quiere admitirlo, pero es la verdad.
Invierte la estrategia
¿Cómo se vería una estrategia de IA diseñada al revés? Comienza por identificar problemas de negocio específicos y medibles en los que los enfoques actuales estén fallando. Valida esos problemas mediante un análisis riguroso, no por la intuición de la alta dirección. Evalúa si esos problemas realmente requieren IA o si podrían resolverse de forma más eficaz con soluciones más simples. Considera los cambios organizacionales necesarios para implementar cualquier solución. Solo entonces analiza qué datos y tecnologías podrían abordar los problemas validados.
Un mejor marco de implementación
La implementación efectiva de inteligencia artificial requiere invertir el enfoque típico:
- Problemas antes que soluciones: identifica y valida desafíos concretos del negocio con impacto medible.
- Revisión realista de los datos: audita la calidad de los datos existentes y los procesos de recolección antes de asumir la viabilidad de la IA.
- Prueba de simplicidad: determina si enfoques más simples y no basados en IA podrían resolver el problema de forma más eficaz.
- Preparación organizacional: evalúa si los flujos de trabajo y los equipos están listos para integrar soluciones de IA.
- Implementación incremental: comienza con pilotos de pequeña escala centrados en problemas bien definidos.
Entrenar algoritmos con datos defectuosos es como construir una casa sobre arenas movedizas. La arquitectura puede ser impecable, pero eso no importará mucho cuando todo se hunda. Las empresas anuncian con orgullo sus iniciativas de IA con más o menos el mismo nivel de claridad estratégica que tenían los alquimistas medievales al intentar convertir plomo en oro. La principal diferencia es que los alquimistas gastaban menos dinero.
Quizás la estrategia de implementación de inteligencia artificial más valiosa sea simplemente invertir la pregunta. En lugar de preguntar "¿Cómo podemos usar IA?", intenta con "¿Qué problemas específicos vale la pena resolver, y podría la IA ser la mejor herramienta para alguno de ellos?". Este cambio de enfoque no genera titulares llamativos ni garantiza invitaciones para hablar en conferencias. Pero suele dar lugar a soluciones que realmente funcionan, lo cual parece un objetivo razonable para inversiones tecnológicas de varios millones de dólares.
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