Esto es lo que 8 años en la vida corporativa me enseñaron y no me enseñaron para convertirme en fundador Lo que ocho años en consultoría me ayudaron a dominar — y las habilidades que tuve que construir desde cero como emprendedor.

Por Karim Alam

Key Takeaways

  • Pasar de ser consultor a fundador de una startup implica abrazar el caos, fomentar la agilidad y desaprender normas estructuradas.
  • El éxito en una startup depende de crear redes de contacto, pivotear rápidamente según la retroalimentación de los clientes y dominar el arte de contar historias.
  • La caja de herramientas del consultor ayuda a estructurar organizaciones y pensar en el momento, pero no te prepara del todo para el ritmo acelerado y la mentalidad de "fracaso como avance" que necesitas para ser fundador.

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Como consultor, el caos era un problema que debía resolver. Como fundador, es el aire que respiro.

Entré al mundo de las startups armado con lo que creía era la caja de herramientas definitiva: una trayectoria en consultoría. Años de presentaciones estratégicas, gestión de stakeholders y colaboración entre equipos me enseñaron a convertir el caos en estructura y a resolver problemas con rapidez. Creí que lo había visto todo.

Pero pronto descubrí que la transición de consultor a fundador no era un giro… sino una caída libre. Porque, en realidad, no hay dos perfiles más distintos. A los consultores se les entrena para ser perfectos; los fundadores tienen que ser ingeniosos. Los consultores aprenden a eliminar el caos; los fundadores deben aprender a avanzar en él. Los consultores tienen una red de seguridad; los fundadores no.

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Vamos directo al grano.

Esto es para lo que la consultoría me preparó:

  1. Encontrar estructura en el caos: Resulta evidente, pero esencial: para que un fundador pueda ejecutar su visión, necesita estructura. Algo tan simple como crear una estructura lógica y organizada para tus archivos —que, curiosamente, fue mi primera tarea como asociado— puede hacer una gran diferencia. Recuerdo que mi primera tarea como asociado fue crear la estructura de carpetas para un proyecto, y nunca pensé que algo tan básico me sería tan útil como fundador. Cuando los inversionistas piden acceso al data room durante el proceso de due diligence, no basta con tener los documentos: necesitas demostrar orden, transparencia y preparación. Tener todo listo, etiquetado y fácil de entender genera confianza. A veces, eso es lo que inclina la balanza a tu favor.
  2. Pensar sobre la marcha: A veces, ser fundador se siente como estar en medio del océano y tener que nadar hasta la orilla. La consultoría me preparó para eso. Recuerdo haber sido lanzado a entornos remotos para explicar flujos técnicos a personas no técnicas —y todo esto en mi tercer idioma. Pensar rápido y adaptar tu mensaje a quien tienes enfrente no resulta solo útil: es la forma en la que abres puertas. Así es cómo haces un pitch antes de tener un producto listo. Es cómo consigues una reunión cuando todavía no tienes nada que mostrar.
  3. Trabajar hasta altas horas: Seamos honestos: los buenos consultores son casi máquinas, con una enorme capacidad de trabajo. En el mundo de las startups, estar "ocupado" a veces significa ir a conferencias, exhibiciones y eventos sociales posteriores. Los consultores rara vez pueden darse esos lujos. El crunchtime (momento de máxima presión y concentración) es real, y obliga a enfocar todos los esfuerzos en el trabajo. Como fundador, saber cuándo concentrarte y cuándo decir que no, es una habilidad clave.

Esto es para lo que la consultoría no me preparó:

  1. Construir y fallar rápido: Muchos fundadores y visionarios caen en la trampa de querer construir una súper solución de principio a fin, una especie de "santo grial" para sus clientes —yo me incluyo. Pero entonces llegan los pivots. El éxito de una startup no llega cuando logra materializar tu gran visión… muchas veces eso solo termina siendo un sueño carísimo. Tiene éxito cuando descubre, lo antes posible, qué es lo que los clientes realmente dispuestos a pagar. Como lo explica Eric Ries en The Lean Startup, la clave está en aprender qué es lo que los clientes realmente quieren, no lo que tú crees que deberían querer.
  2. El arte de contar historias: En mis primeros días como fundador, entré a la oficina de un cliente potencial mucho antes de tener un producto… o siquiera una página web. Tomé el camino de la consultoría y llevé conmigo una presentación estratégica. En esa reunión me destrozaron. Suena como un error —pero fue la mejor decisión que pude haber tomado. Anoté todos los comentarios y de inmediato trabajé sobre ellos. Sal, presenta tu idea y pide retroalimentación. La retroalimentación te permite saber qué funciona, qué no, y cómo afilar tu mensaje para que logre abrir puertas.
  3. Aprender a hacer networking: Hice más networking en mi primer año como fundador que en mis ocho años como consultor. Así de claro. Creía que hacía networking en la consultoría, pero en realidad solo me movía dentro de la misma órbita. Como fundador, el universo entero se abre. Desde el primer día empiezas a conectar con otros fundadores de todo tipo, inversionistas ángeles, fondos de capital, desarrolladores, líderes de comunidad… lo que sea. Lo mejor es que a nadie le importa tu currículum. Lo que valoran es tu energía, tu pasión y tu convicción. Un estudio de la Queen Mary University de Londres concluyó que la calidad de la red de contactos de una startup tiene un impacto significativo en sus probabilidades de éxito, muchas veces más que la financiación inicial o el tamaño del equipo.

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Al final, la transición de consultor a fundador tuvo menos que ver con aplicar lo que ya sabía y más con desaprender lo que creía saber. Si estás dispuesto a desaprender, a abrazar perspectivas distintas, a aceptar críticas constructivas, a ser honesto contigo mismo y a moverte rápido aunque no tengas todas las respuestas, entonces crecerás de formas que ningún trabajo corporativo jamás podría ofrecerte.
Karim Alam

BIZ Experiences Leadership Network® Contributor

CEO of Sakani

Karim Alam is the co-founder and CEO of Sakani, a Dubai-based proptech startup. After 8+ years at IBM leading large-scale digital transformation programs across the UAE public sector, he launched Sakani to improve the real estate experience through trust, transparency and a people-first approach.
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